Hoy vamos a hablaros de la meseta granítica más grande de toda Europa, una región montañosa de Francia situada al suroeste del Macizo Central. Nos vemos una vez más en la región del Tarn, concretamente entre las poblaciones de Lacrouzette, Ferrières, Saint-Salvy-de-la-Balme y Lafontasse, muy cerquita de Castres.
Le Sidobre hunde sus raíces en los albores de la historia de la formación de esta zona del país galo. Hemos de remontarnos casi 300 millones de años e imaginarnos el magma de roca fundida que se enfría lentamente sobre la superficie terrestre, hasta formar esa roca cristalina que ha hecho famosa a la zona: el granito.
A lo largo de unos 100 kilómetros cuadrados, la superficie granítica ofrece un espectáculo singular y único. Extrañas y maravillosas formaciones de piedra, a veces imposibles, que fomentan la imaginación y la leyenda, muy arraigadas por estos lares.
Es un lugar en el que el agua y la humedad han sido los primeros artistas en “tallar” la roca, en una región plagada de artesanos y canteros que ganan su pan trabajando el granito. Es la dura materia prima para monumentos funerarios (sobre todo para honrar a los muertos durante las dos Guerras Mundiales), puentes, edificios…Y así ha sido desde el siglo XII.
Mica, feldespato y cuarzo forman un paisaje plutónico espectacular y cada roca ha sido bautizada con un nombre que evoca una leyenda. El deber del viajero es oirlas de boca de los lugareños y los maestros artesanos. Ellos os contarán por qué se llaman Roca de la Oca, Los Tres Quesos, La Piedra Clavada, El Lago de los Mirlos, Los Bloques Erráticos…