Soldados celebrando el final de la I Guerra Mundial

El próximo jueves 11 de noviembre, amanecerá festivo en Francia. Celebran  el 92 aniversario del Armisticio de Rethondes, que puso final a la I Guerra Mundial en 1918.

En la actualidad el día se destina al recuerdo de todos los que cayeron en acto de combate y es conmemorado en buena parte de Europa, sobre todo en  Francia, Alemania y los países de la Commonwealth.

Como este año me encuentro por la Galia, aprovecho para comentaros qué hacen por aquí. Al margen de conciertos, flores a la tumba del soldado desconocido, discursos de políticos y actos religiosos; en Francia el recuerdo se hace patente en aquellos que deciden llevar una flor de Aciano.

La florecilla azul, de una belleza extraordinaria y con importantes aplicaciones terapéuticas (Centaurea cyanus), es repartida por las calles de las ciudades de la república francesa, en señal de paz y en recuerdo por las víctimas de las guerras.

Centaurea Cyanus

La orígenes de la tradición hay que buscarlos al final de la Primera Gran Guerra, cuando dos mujeres, Charlotte Malleterre y Suzanne Lenhardt, idearon un proyecto de trabajo manual que ayudase a la reinserción de soldados víctimas del conflicto.

Ambas mujeres se decidieron por la flor del aciano, como símbolo de la memoria. El hecho tuvo su fundamento en el color azul horizonte de uniformes de los jóvenes soldadosque fueron a la guerra y a la que los combatientes mayores (vestidos de rojo) apodaron “Los Acianos”.

De este modo, los soldados mutilados en la I Guerra Mundial empezaron a confeccionar pequeñas florecillas de aciano en papel de periódico. Con ellas conseguían un poco de dinero para ayudarse a la reinserción.

Y es que en Francia los monumentos a los caídos en ambas guerras mundiales proliferan por todas partes. La República ha participado en las dos contiendas mundiales y cuenta por miles los caídos por su causa. En cada ciudad, en cada pueblo, en cada pequeño cementerio existe un rincón dedicado a la memoria de las víctimas de la guerra.

Hoy, cualquiera con dos dedos de frente enarbola el aciano con el único deseo de que no existan más víctimas y que las guerras acaben para siempre.

Fotografías de Nicklaarakkers, Lamioty Frank Vincentz.
Licencia Creative Commons
.