Macabro estilismo

Kutná Hora, la pequeña ciudad checa de la Bohemia Central, alberga un curioso tesoro. En el interior de la capilla que se encuentra en la Iglesia del Cementerio de Todos los Santos, más de 40.000 esqueletos humanos han sido utilizados para formar parte del mobiliario y la decoración.

Ese fue el destino que tuvieron tras permanecer siglos enterrados en el que otrora fuese uno de los campos santos más famosos de Europa y el hecho se debió al gesto del abad del templo cisterciense, allá por el año de 1278, cuando su rey le envió en misión a Tierra Santa.

A su regreso el monje vino cargado con un puñado de polvo del Gólgota, el monte Calvario de Jerusalén, y diseminó el mantillo por la superficie del pequeño cementerio. Ese hecho sirvió para que personas de toda Europa Central desearan ser enterradas en la necrópolis de la abadía.

Escudo de armas de la familia Schwarzenberg

Las guerras y la Peste Negra obligaron a ampliar considerablemente el cementerio y, a principios del siglo XV, se levantó una iglesia gótica en el centro de las instalaciones, que albergó una capilla que serviría de osario para los restos de las fosas comunes y para dejar espacio a nuevos enterramientos.

Sucesivas remodelaciones contribuyeron a que ya, en el siglo XIX, la familia Swachrzenberg contratara a un carpintero que realizara obras para poner en orden tanto hueso. El resultado fue un concepto decorativo macabro y lúgubre con los esqueletos humanos como materia prima: lámparas, candelabros, recubrimiento de paredes, el escudo de armas de la familia contratista y hasta la firma en hueso del autor.

No estamos seguros de la belleza del conjunto, pero desde luego su visión resulta lo suficientemente chocante como para ocupar un lugar preferente en una hipotética lista de lugares extraños.

Fotografías de Diether, Daniel Wabyick, Marcin Szala.
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