Mientras el resto del mundo celebra estas fechas decembrinas con abetos, belenes, uvas y campanadas, en Cuba se lleva la pachanga, el ritmo de congas y petardos. Los fuegos artificiales alumbran con su abanico de colores los cielos de Santa Clara y el pueblo de Los Remedios, donde cada año tiene lugar una particular competición entre parrandas, en una de las fiestas más antiguas del país caribeño.
Dos bandos se enfrentan tradicionalmente, San Salvador y El Carmen. La rivalidad comienza en las filigranas y maniobras realizadas sobre las carrozas que van a participar en los desfiles, en los que la riqueza de los trajes resulta deslumbrante y algunos llegan a pasar los 300 euros de coste.
Bengalas, petardos, cohetes caseros, casi cócteles molotov, llenan de ruido las calles de los barrios de Santa Clara, en una fiesta exenta de villacincos y cargada de música del Caribe.
Artesanía, sandunga, ritmo y buen humor en una fiesta que acaba tras una noche eterna. El amanecer, sin necesidad de jurado, marca con los miles de asistentes al claro vencedor, que llega entonando su canto fúnebre en señal de respeto por quien perdió ese año, para luego estallar en sones alegres y bailes por la victoria merecida.
A los turistas que pasan por esta zona de Cuba durante estas fechas, un aviso: no olviden hacer dos cosas, comprar algo con que cubrir la cabeza a los sombrereros callejeros (las varillas de los cohetes caen como lluvia) y comer pan de lechón por unos céntimos.