Cassoulet

La gastronomía francesa ha gozado siempre del fervor internacional, como cuna de la Haute Cuisine, su lugar en las costumbres culinarias del mundo ha sido reconocido por la Unesco, que en 2010 la incluyó en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

En el año y medio que llevo curioseando por el Suroeste de Francia, aún no había tenido la ocasión de probar uno de los platos más recomendados en las guías de viaje, el famoso Cassoulet de Toulouse. Pero ya tocaba y, quizá por mi origen mediterráneo, el sabor no me ha sorprendido en absoluto.

No quiero que se me entienda mal. El plato es una delicia, sin lugar a dudas, pero quiero decir que es una combinación de sabores muy mediterránea. Una receta que forma parte de ese grupo de platos contundentes denominados potajes, si bien aquí en Francia, siendo la estrella su famoso canard (pato), la carne que se utiliza para su elaboración es la de esta ave.

Cassoulet de Carcassonne

Se trata de una receta fuerte, que se puede degustar como plato único. Elaborada con alubias blancas y aunque su origen se pierde en la memoria de los franceses del Midi Pyrenees, los gastrónomos no se ponen de acuerdo en una única receta y así existen razonables variaciones, aunque todas ellas riquísimas.

En lo que sí parece establecerse un principio de acuerdo es en un mínimo de ingredientes que aparecen en todos los tipos de Cassoulet: Salchicha de Toulouse, Confit de Canard, Alubias Blancas, Tocino, Costilla de Cerdo y Morcilla.

Aunque Toulouse es la ciudad que más se liga a este plato, lo cierto es que su origen también se lo disputan las vecinas localidades de Carcassonne y Castelnaudary. Sea cual sea su origen, su delicioso sabor nos recuerda al de la cocina de invierno de muchas ciudades españolas: Fabada Asturiana, Habas a la Catalana, Potaje de Habichuelas…

Fotografías de balise42, Diru, ignis, Gilhem06, Mark & Andrea Busse.
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