El Torcal de Antequera, Málaga

Aún recuerdo aquel día de hace 30 años en que acudí, junto a una excursión de mi colegio, al Parque Natural de El Torcal, en Antequera. Iba dispuesta a pasar una jornada de aventura, porque ya de niña mi mente era febril y viajera, una mezcla entre el Dr. Livingstone, Howard Carter y Antoñita “la fantástica”.

Era una pre-adolescente que preparó concienzudamente todo cuanto necesitaba: unas deportivas, una mochila con un bocata -probablemente de tortilla de patatas- y un cantimplora con “agüita”. Durante todo el camino que hicimos en autobús hasta llegar al paraje natural antequerano, desde mi queridísimo Colegio Platero de la barriada malagueña de El Palo, fuimos “of course” cantando “Libertad sin ira” (de Jarcha), y el “Video Killer The Radio Star” (de The Buggles); otra mezcla explosiva.

Poco a poco nos íbamos acercando, en un viaje que me pareció hasta el desierto de Atacama de lo larguísimo que se nos hicieron los apenas 60 kilómetros que nos separaban de nuestro destino.

Lo cierto es que cuando llegamos las formaciones kársticas de aquél imperio pétreo me produjo la misma fascinación que sigo experimentando aún hoy, cada vez que paso por sus aledaños camino de otras provincias andaluzas o hacia tierras castellanas.

Paraje Kárstico

La aventura fue total, porque aunque sólo había que seguir dos rutas -una marcada con pintura roja y otra en amarillo– cuyas señales aparecían cada pocos metros estampadas en una piedra; una súbita niebla contribuyó a que mi grupo se perdiera, porque apenas nos veíamos unos a otros. Así que asustados y quejicas, comenzamos a chillar despavoridos, mientras intentábamos descubrir alguna pista que nos devolviera al camino.

Lo cierto es que aquella “espesísima” niebla se fue como vino, en cuestión de minutos y sólo para que nos quedásemos patidifusos al comprobar que apenas nos habíamos movido, que estábamos al lado de la carretera y junto al resto de nuestros compañeros… En fin, cosas de la edad.

Pero sólo os puedo recomendar que os dejéis llevar por ese paisaje jurásico, con más de 150 millones de años, que unos plegamientos alpinos elevaron desde el fondo marino. La erosión ha hecho el resto y las fotos que regala a nuestro álbum de viajero son memorables.

Fotografías de Ian Mckenzie, Manuel Krueger-Krusche, Grez, Psicobyte, RamaOrli y Jakub Botwicz.
Licencia Creative Commons y/o Public Domain
.