Continuamos avanzando por las vacaciones de Semana Santa y aprovechando para ofrecer información, anécdotas y curiosidades en torno a la gastronomía propia de estas fechas. Buscando y rebuscando nos encontramos con otro dulce tradicional que, si bien está más vinculado a Madrid, lo cierto es que casi ha pasado a ser un poco propiedad de todos, porque es otro goloso placer. Hablamos de los Bartolillos de Semana Santa.

Encuadrados dentro de ese apartado repostero denominado Frutas de Sartén -porque deben freírse- como las Flores Fritas, los Buñuelos o los Pestiños de Andalucía; los Bartolillos son, en esencia, unas especies de empanadillitas de masa muy finita, que se rellenan de crema. La forma más característica es la de triángulo, sin embargo sólo tenemos que echar un vistazo a los escaparates de las pastelerías del momento para ver que la creatividad no tiene fronteras y que pueden aparecer incluso como especie de churritos o gañotillos atiborrados con el cremoso relleno.

Hay quien dice que es un dulce de las monjas y quienes piensan que llegaron con los romanos, sin embargo, parece que la teoría más extendida pone el inicio de la tradición, como tantas veces en esta Península Ibérica, en el legado Andalusí y la cocina morisca. Y lo cierto es que entroncan, por la masa, con la chuparquía marroquí, por citar un ejemplo; sólo que en este último caso, al igual que pasa con los pestiños, la masa es más gruesa por no llevar ningún relleno.

Se comen recien hechos, eso sí debemos ser pacientes y dejarlos enfriar si no queremos que el bocado de gloria se convierta en una indigestión.

Fotografías de malojavio.El Saucejo, zordor, Tamorlan.
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