El Polo Sur, la Antártida, el continente más elevado del planeta, la reserva de agua dulce de la Tierra, la zona congelada, uno de los climas más extremos del mundo… Menos del 3% de su territorio se halla libre de hielo y eso ocurre durante el verano austral.
Es uno de los destinos más exóticos, sin lugar a dudas. También de los más peligrosos, aunque de su mano llega la belleza. Como la de las grandes barreras de hielo. Es el caso de Ross Ice Shelf, con una extensión casi como la de España. Casi 500.000 kilómetros cuadrados de superficie y una longitud de 800 kilómetros.
Ross Ice Shelf (la Barrera de Hielo de Ross) es mucho más que un cúmulo de cifras imponentes, aunque una no pueda resistir la tentación de enumerar muchas de ellas, como el dato de la altura de algunas de sus paredes, 50 metros de caída vertical sobre el mar.
Sin embargo y por muy impresionantes que puedan parecernos las cifras, Ross Ice Shelf aún reserva datos vetados al ojo del simple observador, como el hecho de que la mayor parte de su volumen se encuentre bajo el océano y flotando, igualito que un iceberg.
Precisamente uno de los icebergs más colosales que se hayan encontrado jamás fue el “B9”. Con sus 154 kilómetros de largo y 36 de ancho, tenía un peso de 1000 millones de toneladas. Con tamañas dimensiones recorrió flotando más de 2000 kilómetros en dos años, hasta que finalmente se rompió en tres pedazos. El “B9” era un buen bloque de hielo que se separó de Ross Ice Shelf.
Lugar de expediciones (allí encontró su trágico final el explorador Robert Falcon Scott y su equipo) e investigaciones científicas, la Barrera de Hielo de Ross es uno de los lugares a los que el calentamiento global ha puesto en jaque. El deshielo de Ross resultaría suficiente para incrementar en cinco metros el nivel de los mares.