Francia está plagada de pueblos preciosos que, por su ubicación geográfica y su configuración hidrológica, dotan al paisaje de una estampa espectacular, donde las bondades de la naturaleza y el sentido común en la planificación urbanística dan como resultado una extraordinaria combinación muy del agrado de los visitantes.
Es el caso de Annecy, en la Alta Saboya de la zona departamental de Ródano-Alpes. Edificada a orillas del Lago Annecy, que acabó tomando el nombre a la ciudad, posee una magnífica ubicación que la mantiene muy bien intercomunicada con Italia, Francia y Suiza.
Monumental y exquisita, como todas las poblaciones medievales que se encuentran esparcidas por la zona, Annecy cuenta con la particularidad de sus canales que, con los Alpes al fondo, introducen al visitante en otra época y lo ubican, igualmente, en la que ha sido dada en llamar La Venecia de los Alpes.
La razón es evidente si contemplamos las fotografías y conocedores de su atractivo, los ciudadanos de la villa se afanan por mantener intacto todo su poder visual. Tenemos que decir que la monumentalidad de sus calles y edificios resulta incuestionable y que su Palacio de l’Isle, del siglo XII, es uno de los monumentos más fotografiados de todo el país. Eso, refiriéndonos a Francia, ofrece una buena perspectiva sobre lo que espera al turista.
Pero su singularidad continúa residiendo en sus calles acanaladas, con sus petit bateaux y sus casas ancladas en el agua. Tanta se asimilan ellos a la ciudad italiana que cada año celebran también su propio carnaval veneciano.