Resulta difícil imaginar que bajo tanta belleza y tanta sensibilidad para edificar sobre las zonas boscosas de una Amazonia indomable, pudiese alguna vez existir condiciones de vida imposibles para tantas personas. Y es que Ouro Preto, cuyo casco histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, encierra algunos de esos innombrables episodios de la América colonizada.

Esta parte del estado de Minas Gerais fue incluso lugar imperial para la familia real portuguesa en Brasil. Mientras, los importantes yacimientos de oro fueron agotados gracias a la explotación y la mano de obra esclava.

Hoy Ouro Preto vive básicamente del turismo y de una intensa actividad cultural, cargada de importantes festivales y concentraciones que se celebran a lo largo del año. También subsiste una industria minera que sigue teniendo el oro y las piedras preciosas como talismán.

Dar un paseo por las calles de su centro histórico es como viajar en el tiempo, hacia la bulla efervescente y acaparadora de los colonos europeos de principios del siglo XVIII. Desde la década de los 80 del siglo XX, Ouro Preto figura entre las joyas del Patrimonio Cultural de la Humanidad y, de hecho, fue la primera anotación brasileña en el famoso libro de la UNESCO.

Vale la pena hacer un recorrido por las notables iglesias coloniales y por su famoso Teatro Municipal, además de asistir en directo a la contemplación de algunas de las esculturas dieciochescas que se conservan en estupendas condiciones.

Fotografías de Bruno Girin.
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