En el interior del primer Museo al Aire Libre del mundo “vive” el Árbol de los Chupetes, un especimen cuyo tronco y ramas se ve adornado por miles de chupetes, depositados ahí por las pequeñas manitas de los más chiquitines de la casa quienes, en compañía de sus padres, viajan desde todos los puntos del planeta para “abandonar” allí al amigo de la infancia: el chupete.
Se trata de uno de los árboles que habita en Skansen Park, un zoológico ubicado en la Isla de Djurgárden en la ciudad sueca de Estocolmo. Convive con varios museos, un parque de atracciones, acuarios y una exposición en el interior de un barco rompehielos.
El curioso lugar fue el escenario, hace más de treinta años, de un hecho que cambiaría para siempre la simbología de este espacio. Todo ocurrió cuando una persona encargada de la limpieza y el cuidado de las instalaciones colgó el chupete extraviado de un bebé de las ramas de uno de los árboles.
A partir de ese momento la ocurrencia se convirtió en costumbre y todo el personal de mantenimiento hizo lo mismo con todos los chupetes que encontraban perdidos por el parque. De esta curiosa y fortuita manera nació una de las costumbres más tiernas para miles de niños: viajar a Skansen para decir adiós a sus chupetes.
Así es, familias procedentes de todas partes de Suecia, viajan hasta la Isla de Djurgárden para que los más pequeñines de la casa cuelguen su chupete en el árbol (ya van más de 12000), de manera que ese proceso habitualmente traumático, se convierte en una aventura que ayuda a los papás y a los bebitos.
La costumbre se ha ido extendiendo a otros lugares y ya existen árboles de los chupetes en Dresden, Alemania; en el neoyorquino Borough Park; en el Parque de la Batería, en Torremolinos; en el Tívoli Park de Copenhaguen…
MARIA abril 15, 2011 a las 4:11 am
manera muy curiosa pero bella y es cierto que ayuda
ResponderDarR abril 15, 2011 a las 9:07 am
Ya te digo, María. Desde luegos los padres están encantados con este invento.
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