Viajar a Sri Lanka es hacer un recorrido por numerosos lugares declarados Patrimonio de la Humanidad. La antigua Ceilán depara al viajero visiones sorprendentes, como la de las ruinas de Polonnaruwa, una enorme extensión plagada de vestigios brahmánicos levantados por la dinastía de los cholas. Son las monumentales ruinas de una mítica ciudad-jardín fundada en el siglo XII por Parakramabahu el Grande.

Estamos hablando de que fuera la segunda capital de Sri Lanka, después de que Anuradhapura fuese destruida poco antes de la llegada del año 1.000. Allí, sobre 122 hectáreas de superficie encontramos los restos de la ciudad de los reyes cingaleses de los siglos XII y XIII.

Polonnaruwa sigue maravillando a arquitectos de todo el mundo, por su peculiar concepción para la época, increíbles dimensiones y una magnífica integración de los edificios con el entorno natural. Es una de las ciudades sagradas, con gran proliferación de monumentos religiosos que refuerzan su identidad como santuario budista. Allí estuvo el diente de Buda, una reliquia que fue considerada el talismán de los monarcas cingaleses.

Uno de los monumentos más visitados es el Gal Vihara, un templo rocoso negro, que conserva tres estatuas megalíticas de Buda, esculpidas en el siglo XII. Una de las representaciones de Buda se encuentra recostada en estado de nirvana. Mide 15 metros de longitud y es considerada como la escultura más perfecta de la figura sagrada del budismo.

Fotografías de YIM Hafiz, rahuldlucca, indi.ca.
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