Metro de Moscú

No existe otro metro igual en todo el mundo. El subterráneo de Moscú es una organizadísima obra de ingeniería, elevada a la categoría de arte. Resulta un reto, en la ciudad de los zares, resistir la tentación de bajar en cada estación del suburbano para contemplarlas como si fueran numerosos museos instalados bajo tierra.

Si ya desde principios del siglo XX los moscovitas analizaban la necesidad de dotar a la ciudad de un servicio de metro, lo cierto es que no fue hasta después de Revolución Roja cuando se iniciaron los preparativos para una gigantesca y faraónica obra que iría mucho más allá de simples estaciones y líneas para el ferrocarril subterráneo.

El proyecto fue aprobado en 1931 por el Partido Comunista y ese mismo año se inició la construcción que se prolongaría por espacio de casi cuatro años. En 1935 se inauguraron las primeras líneas de metro y las obras prosiguieron sin verse interrumpidas en ningún momento, ni siquiera con motivo de la Segunda Guerra Mundial.

Cada estación con su propio estilo

En la actualidad, el metro de Moscú cuenta con más de 180 estaciones y conecta todos los distritos de la ciudad. Es la forma más barata, rápida y sencilla de viajar por Moscú y sirve a más de nueve millones de pasajeros diarios.

La decoración y los materiales utilizados para la ornamentación de muchas de sus estaciones le ha valido una fama mundial. Vidrieras, murales, mosaicos, arañas, estatuas componen las exquisitas estampas de las terminales que, en algunos casos, rememoran tiempos palaciegos y la época de los zares.

Sin embargo, el metro de Moscú contó con la participación de importantes artistas y arquitectos soviéticos que utilizaron la arquitectura y su ornamentación, para mostrar al mundo distintas etapas del sufrimiento del pueblo por conseguir la independencia de su patria.

Fotografías de Captain Chaos, James Byrum, Arthurvd, jaimi.silva y Andrew Griffith.
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