Se llama Murmansk y es la ciudad más polar del planeta. En invierno, los termómetros suelen marcar con facilidad los -16ºC, aunque poseen un récord que espanta, unos gélidos y respetables 49ºC bajo cero. Esta ciudad de origen zarista, fue fundada en 1916, bajo el nombre de Románov-en-Murman; le ponía el nombre el zar Nicolás II, con un ramalazo un tanto posesivo sobre aquel pedazo de tierra helada.
Sus intenciones apenas llegaron al año, porque tras la Revolución de Octubre de 1917, la denominación fue notablemente recortado quedándose en el categórico Murmansk que ha llegado a nuestros días.
Esta zona portuaria al noroeste de Rusia posee un pasado muy ligado a los conflictos bélicos y a la guerra fría, pasado que viene dado por su situación geográfica que, en la Segunda Guerra Mundial, facilitaba el abastecimiento de la Unión Soviética en la lucha contra los nazis.
Terminada la contienda, Murmansk se convirtió oficialmente en la sede de la flota del Mar del Norte, la marina de guerra soviética, con sus controvertidos submarinos nucleares.
A pesar de sus ‘refrescantes’ temperaturas, lo cierto es que el puerto de Murmansk permanece libre de hielo todo el año, debido a una corriente marina cálida que llega desde el norte del Atlántico. Tal vez por ello, la ciudad portuaria es la sede de la flota de rompe-hielos de la Armada de la Federación Rusa, en esta zona de Laponia, tan próxima a Noruega y Finlandia.
Murmansk, que etimológicamente significa ‘la tierra en la orilla del mar’ en lengua sami, es la ciudad más grande del mundo al norte del Círculo Polar Ártico.