Bávaro, Punta Cana, Boca Chica, Samaná, Barahona, Puerto Plata… República Dominicana es el mismísimo edén para millones de turistas, su principal fuente de ingresos para uno de los primeros destinos turísticos del mundo. Pero pocos son los visitantes que, durante su estancia en el paraíso, se preocupan por conocer la vida cotidiana de quienes conviven con ese vergel los 365 días del año.

Por supuesto que los dominicanos pueden disfrutar de su pedacito de gloria cada día, pero lo hacen de un modo muy distinto a como lo experimentan quienes llegan buscando sol y playa.

La vida cotidiana en República Dominicana tiene como fondo espectacular toda esa exuberancia con la que la naturaleza ha dotado a esa parte de La Española y… mucho más. Con una riqueza extraordinaria que podría sustentar pefectamente a sus diez millones de habitantes, las cosas por esta parte del mundo, como por la ahora castigada Europa, está al capricho de los mercados.

De hecho, el casi millón y medio de emigrantes que viven en EE.UU. ayudan con sus dólares a reactivar la economía de República Dominicana. Sin embargo, la alegría de los dominicanos, su encanto, esa ternura de un pueblo tan acogedor, hace que muchos de los que llegan al país no se paren a mirar los recursos de las familias.

Un paseo con otros ojos, por los mercados, las calles, las lonjas y los lugares menos turísticos, nos ayudarán a percibir la realidad y a amar mucho más una tierra extraordinaria, cargada de belleza, naturaleza, historia, tradiciones y… buena gente.

Fotografías de colros, Bree Bailey.
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