Su nombre es Bath (Baño, en inglés) y no podía tener mayor relación con el agua. Como las antiguas ciudades romanas, el agua tiene una importancia primordial en esta ciudad británica, considerada una de las más elegantes del Reino Unido y con un pasado artístico y urbanístico muy ligado al Imperio Romano.
Las aguas del Avon River bañan la ciudad y circulan bajo sus históricos puentes. Es la síntesis de esta antigua metrópolis termal que sirvió de balneario a la aristocracia británica.
El rancio abolengo se sigue manteniendo en numeroso tics que conserva la ciudad y que la dotan de esa dignidad tan británicamente flemática. Sin embargo, una especie de aura romántica se pega, como una pátina a todos los rincones de Bath, también conocida como ‘la ciudad de los festivales’ (Festival Internacional de Literatura, Festival de Cine, Festival de Música…)
Los viejos baños romanos dieron nombre a la urbe y aún hoy constituyen una de las visitas más espectaculares, en un centro urbano en el que no faltan razones para deleitar la mirada, desde las picudas y góticas agujas de los templos hasta la columnata del Royal Crescent. Pero disfruten, disfruten de ese legado romano, tan vinculado a la diosa Minerva, que también podemos descubrir a través del museo que se encuentra dentro del propio recinto termal.