Alrededor del 26 a. de C., los romanos encandilados por el oro de la zona, comenzaron a explotar a cielo abierto las minas auríferas del Bierzo, en el entorno paisajístico de Castilla-León. Aunque se atribuye a Octavio Augusto la dirección de las explotaciones romanas, lo cierto es que antes de que el Imperio llegar a Hispania, otros pueblos se habían dedicado a extraer el metal amarillo de la tierra leonesa.

Hoy, Las Médulas es Patrimonio de la Humanidad y, aunque en principio supusieron una fuerte agresión al entorno medioambiental, el paso del tiempo y las labores de extracción, acabaron por crear un panorama espectacular, casi de otro planeta.

Irreal y más propios de lugares inexistentes tan particulares como las montañas de Avatar, el paisaje de Las Médulas es auténtico, aunque debe su peculiar tallado a la ambición del hombre. No obstante el Parque Cultural, que ese es el uso actual de la zona, ha sido tratado con benevolencia con el paso de los siglos y la reforestación de robles, encinas y castaños han prestado una peculiar estampa a ese ambiente castellano-leonés.

Acercarse al Bierzo, para contemplar esta maravilla arcillosa y rojiza, a la que el sol dota de singulares tonalidades, resulta una experiencia apabullante para cualquier viajero, en especial para todos aquellos amantes de los espacios naturales. Una aventura paradójica que comenzó hace más de dos milenios, con la más absoluta falta de respeto por la propia naturaleza y que ha devenido en un paisaje extraño, que es un auténtico regalo para la vista del turista actual.