Plaza Jemaa el-Fna

18 muertos -de ellos 15 extranjeros- y más de 20 heridos es el trágico balance del atentado que ha sido perpetrado en uno de los lugares más concurrido de Marrakesh, la Plaza Jamaa el-Fna, el verdadero corazón social y turístico de la ciudad roja y Patrimonio Inmaterial de la Humanidad para la UNESCO.

El atentado ha tenido lugar en el Café Argana, un precioso y famosísimo local que tiene unas estupendas vistas, desde su balcón junto al minarete, sobre la vistosa plaza. Pocas personas que pasen por Marruecos dejan de visitar esos enclaves, puesto que es una de esas postales que permanecen en la retina del viajero incluso antes de llegar al país.

La vida en la plaza es un bullicio constante, en una especie de espectáculo del que también participa el turista que, en muchas ocasiones, se deja llevar en una cuerda floja entre lo tradicional y la picaresca, entre lo auténtico y lo bizarro, entre lo divino y lo humano.

Encantador de serpientes

Quienes han cometido este hecho criminal sabían bien dónde golpeaban y qué daño pretendían conseguir. A nadie se le escapa la frágil situación política por la que atraviesa el norte de África y el papel que Marruecos desempeña en esta región. Por ello resulta difícil no volver los ojos a quienes ponen todo su empeño en que los cambios democráticos no tengan lugar.

Esa zona del mapa vive casi exclusivamente del turismo y ya hemos visto cómo han pagado las consecuencias de los disturbios los tunecinos y los egipcios, con un golpe al centro de su economía turística y la migración notable de viajeros hacia otras zonas, en especial hacia España.

Los estudiantes y la oposición siguen pidiendo gestos democráticos en sus protestas callejeras y existen grupos muy interesados en que esas medidas no lleguen a consolidarse. Ojalá la gente de bien no pague más consecuencias y ese hermoso país pueda seguir adelante en su camino hacia la democracia.

Fotografías de Faisans.jeanluc, Alexander_Dmitri, Jerzystrezlecki, Tomkeene y Henrique Matos.
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