Al oeste de Sumatra, en Indonesia, encontramos un grupo étnico cuyas mujeres forman el centro de una cultura matriarcal, que pasa de madres a hijas, con el fin divino de preservar las tradiciones de ancestros que se pierden en el principio de los tiempos. Son las Minangkabau, también conocidas como mujeres Minang.
Aunque en la actualidad el pueblo Minangkabau, integrado por unos siete millones de personas, está fuertemente impregnado de los fundamentos islámicos, la mujer Minang es la encargada de preservar los orígenes de esta etnia, cuyos bienes y tierras son heredadas por las hijas, algo muy poco común.
Esa tradición está basada en el adat, creencias animistas anteriores al islamismo que, sin embargo, han llegado a formar una amalgama con el derecho islámico, hasta el punto que muchos musulmanes también la practican.
Se cree que el origen de los Minangkabau se remonta a cinco siglos antes de Cristo, cuando llegaron a Sumatra unos pueblos autronesios, procedentes de la Isla de Taiwán, quienes se expandieron por Oceanía y Madagascar.
El ser el grupo matrilineal más grande del mundo, contribuyó en buena medida a que los hombres iniciaran una diáspora para buscarse los medios, tierras y dinero que les permitiera formar familia, ya que todo lo heredaba la mujer. Así los Minang se extendieron con facilidad y ello explica que existan grupos distribuidos por muchas ciudades de Malasia.
El aprendizaje, la pedagogía y la cultura forman parte imprescindible del pueblo Minangkabau y por ello son muchas las personas de esta etnia que ocupan puestos de elevada preparación en Indonesia. De hecho, la primera mujer ministro de este país pertenecía a la cultura Minang.