Sin saber muy bien por qué, los humanos somos muy dados a conservar como reliquias casi de todo y, con especial inclinación, los restos humanos de aquellos quienes, por alguna razón, fueron considerados como mártires, beatos, santos, profetas… La iglesia católica posee un buen compendio de este tipo de curiosa ‘costumbre’ y la mano de San Esteban está dentro de la lista.

Se puede visitar, a quién no le apetece presentar sus respetos a una mano. Desde luego esta mano en concreto, tiene muchos seguidores y para verla solo tendremos que desplazarnos hasta la Basílica de San Esteban, en Budapest. Porque aquí moran los restos, más concretamente la mano derecha del rey Esteban I de Hungría, a la sazón santo por haber sido el cristianizador de los húngaros.

Este rey medieval, un descendiente de los magiares de la Europa del Este, fue el primer monarca de Hungría y el fundador del estado. Así que, con el tiempo, también fue convertido en santo patrón. Pero ¿por qué solo una mano?

Las contiendas religiosas, los conflictos tan de la época entre protestantes y católicos pusieron en peligro el cuerpo del santo, que una vez muerto, yacía tranquilamente en la basílica de una ciudad cercana a Budapest. Ante la posibilidad de que la turba acabara desmigando los restos de Esteban I, decidieron exhumarlo y llevarlo a las criptas subterráneas.

Sin embargo fue precisamente un fiel seguidor quien en un acto de vorágine piadosa, arrancó la diestra del monarca y la ocultó durante años. Luego, mucho tiempo después, cuando confesó su culpa, fue perdonado y ordenado cuidador de un convento en el que yacieron los restos reales.

Fotografías de Attila Terbócs, Farkasven, Archer10 (Dennis).
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