Son muchos los nombres del que tal vez sea el pueblo aborigen más estudiado por antropólogos de todo el mundo y la curiosidad estriba en una cuestión ineludible, nos encontramos ante uno de los pueblos más antiguos del planeta. De hecho sus ancestros hemos de situarlos 10.000 años atrás, en una especie de enlace con el hombre cazador, recolector y nómada, antes de que nos convirtiéramos en agricultores y ganaderos.
San, basarawa, sho, ǃkung o khwe son los apelativos genéricos que engloban a diversas tribus nativas de pueblos africanos ligados a las lenguas joisanas, esas que emplean chasquidos y cliqueos para expresarse. No obstante, el nombre por el que los occidentales han conocido a estos pobladores es el de bosquimanos, término derivado de la palabra que usaban los colonos holandeses quienes los llamaban boschjesman, que en afrikáans significa hombre de los bosques.
Los San se han visto reducidos a poco menos de 100.000 personas repartidas por Botsuana, Namibia, Angola, Sudáfrica, Zambia y Zimbabue; con mayor índice de población en el ámbito territorial del desierto del Kalahari, por donde realizan su actividad nómada a duras penas, ya que en su mayoría pastorean gratis a cambio de comida o por salarios miserales ejerciendo de jornaleros, criados o en asentamientos de los gobiernos.
Los bosquimanos son los últimos ejemplares de la primera raza de hombres que pobló África y, sin embargo, se ven empujados casi a la mendicidad por los gobernantes de sus países, quienes luchan por echarles de sus propias tierras, de gran interés para el turismo y para la explotación minera, sobre todo de diamantes.