Hoy parece más que probado que las modas que seguimos en los países occidentales, en lo referente a decoración corporal, no es algo que hayamos inventado nosotros. A la serie de artículos que hemos venido dedicando en Ser Turista a los métodos estéticos empleados por etnias y tribus de todo el mundo en la actualidad, sumamos este en el que vemos cómo a la llegada del colonialismo al continente africano, una de las cosas que más sorprendió a los blancos fue precisamente la forma en que los africanos decoraban sus cuerpos.
Fotografías y fotografías ilustran con total lujo de detalles algo que impactó notablemente a los extrajeros y que hoy, sin embargo, vemos cómo ha invadido el mal llamado ‘primer mundo’. Escarificaciones, dilataciones, piercings, tatuajes… nada es reciente. Muy al contrario, todas estas técnicas de modificación del cuerpo pertenecen a la cultura milenaria del hombre.
Con la II Guerra Mundial y las bases militares establecidas en el continente africano, se consiguió un buen arsenal de documentación que trajeron los soldados europeos y americanos, con los que popularizaron esas imágenes que hoy inspiran a tantos artistas del body sculpture y que hombres, mujeres y niños lucían con total naturalidad, permitiéndonos conocer un importante legado histórico.
Algunas de las técnicas empleadas obedecían a simples intentos de parecer más guapos, más atractivos; otras revelaban el status social de sus portadores; en muchos casos servían de arma al guerrero; en otros eran símbolos religiosos que espantaban a los malos espíritus y algunos ponían de manifiesto hasta el número de enemigos que habían muerto a manos de su portador.
Hoy el ‘mundo blanco’ se ha apropiado de estas técnicas, como si las hubiésemos inventado. Sin embargo esas cicatrices, marcas, colores que decoran nuestros cuerpos continúan estando cargadas de significado para otras tribus y etnias.