Hoy se cumple el 172 aniversario del nacimiento del ‘primer moderno’, como fue calificado Auguste Rodin, un parisino con vocación universal que consiguió que todos deseáramos contemplar una escultura desde todos los ángulos posibles.
Creo que aunque existan personas que no conozcan el nombre de nuestro ilustre artista, pocas habrá que no sepan de El Pensador, Los Burgueses de Calais, El Beso o Las Tres Sombras y de todas ellas, por mucho que algunos hayamos contemplado su obra, pocos serán los que puedan decir que coinciden en la imagen que se han llevado en la retina al mirar sus esculturas.
Porque cada estatua del maestro francés ofrece al menos 1000 caras diferentes, cientos de imágenes de un mismo objeto, millares de sensaciones que dependen del lugar hacia el que enfoquemos nuestra mirada.
No en vano, Auguste Rodin, ha sido probablemente el primer artista moderno empeñado en sacar el arte a la calle, en concebir la expresión artística bajo un concepto urbano, lo que seguramente le acerca más a un grafitero comprometido que a un tecnicista del arte.
Sin embargo eso no significa que la técnica del artista no se meticulosamente académica, consiguiendo traspasar lo puramente dominante, hasta hacerse propia, distinta, especial… Tal vez la mejor manera de celebrar su cumpleaños sea la de pasear entre sus esculturas.