El misterio de la Catedral de Chartres. Esa frase ha perseguido, desde los tiempos antiguos, a la catedral más hermosa de Francia. Las leyendas medievales de cátaros y templarios, de guerras de religiones, de herejes inocentes, de reliquias venerables para beatos fundamentalistas… forman parte de la orgullosa Chartres, una de las muestras más imponentes del arte gótico.

Desde las llanuras de la Beauce ya se divisan, clavándose en el cielo, los tiesos y puntiagudos chapiteles de la joya arquitectónica. Por ellos, precisamente, llegan a la ciudad miles de viajeros, que se desplazan desde los puntos más remotos del planeta, con la única intención de contemplar con sus propios ojos lo que tanto han loado poetas y cronistas.

Pero la catedral está acostumbrada al delirio de los peregrinos. Ya en el siglo XI, la magnanimidad de Carlos II el Calvo, concedió a Chartres el beneplácito de custiodiar una de las reliquias más veneradas por los peregrinos de la Edad Media: el velo de la Virgen.

El paño de María fue custodiado en una vieja iglesia románica que fue víctima de un incendio a finales del siglo XII, aunque cuenta la leyenda que no se produjo ni un solo daño. El milagro sirvió para recaudar ingentes cantidades de dinero que, finalmente y en poco más de un cuarto de siglo, sirvió para que el trabajo de 300 obreros levantase, ‘a mayor gloria de Dios’, la imponente catedral de Chartres.

Fotografías de frans 16611, Sylviane Moss, MadeByMark, ell brown, Ted Drake.
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