Viajamos hasta California para hacer una de esas visitas preferidas por los amantes del turismo con misterio. Llegamos al condado de Mono y nos dirigimos al pueblo abandonado de Bodie. Un lugar que, desde lejos, ya comienza a poner los pelos de punta. En mitad del espacio polvoriento, con las casas casi intactas y los comercios, gasolineras, vehículos… como si la gente acabase de dejar las cosas y se hubiese evaporado.
Por encima de los objetos, polvo y herrumbre. Es el paso del tiempo sobre Bodie, declarado Distrito Histórico de Estados Unidos. Pero todo tiene su historia y Bodie no lo es menos.
A mitad del siglo XIX los buscadores de oro comenzaron a quedarse sin trabajo en las minas de Sierra Nevada. Entonces William S. Bodey encontró una magnífica veta del preciado metal en este enclave que, más tarde, sería conocido como Bodie Bluff. El hecho atrajo a personas de todas partes y el pueblo llegó a tener 5.000 habitantes.
Pero también llegó la época de vacas flacas tras años de actividad minera. Cuando los recursos se agotaron, después de la Gran Depresión, la gente fue abandonando el pueblo, hasta su cierre definitivo tras la Segunda Guerra Mundial. El pueblo se convirtió en un destino fantasma y ahora forma parte del circuito para turistas.