La influencia de Warhol en la cultura del siglo XX es innegable. Desde su atalaya de gurú del Pop Art, el artista norteamericano de origen europeo, rompió los esquemas de una sociedad que necesitaba la creatividad para salir del encorsetamiento al que se había visto sometida antes de la década de los 60.
Este ilustrador alcanzó una notoriedad quasi divina entre los artistas y la jet set de su época, conviertiéndose en adalid de la modernidad y transgresor de lo convencional. Su dominio absoluto de los medios y su papel de intermediario entre personajes de todo tipo y condición le catapultó a los primeros planos de la escena cultural de su época.
Andrew Warhola, que así se llamaba el polémico artista, era hijo de inmigrantes eslovacos y estudiante de Arte Comercial. Su despegue se produjo en los años 60, cuando empezó a pintar “productos icónos” de todo tipo: Cocacola, sopas Campbell, Elizabeth Taylor o su popularísima versión de Marilyn Monroe.
Fue entonces cuando fundó la “Factory”, su famoso estudio que además sirvió de punto de encuentro para toda la vanguardia neoyorquina y que cambió varias veces de emplazamiento, aunque siempre dentro de “La Gran Manzana”.
Fue víctima de varios atentados, aunque finalmente murió en 1987 tras una operación de vesícula. Después de su muerte, el mundo no ha dejado de organizar retrospectivas sobre su vida y su obra.
En la actualidad, su producción (pinturas, fotografías, ilustraciones, películas…) se encuentran repartidas entre el Museo Andy Warhol de Pittsburgh, en Pensilvania; la Warhol Foundation, de New York; y el Andy Warhol Museum of Modern Art de Medzilaborce, en Eslovaquia.