La verdad es que la tradición es mucho más tinerfeña y si nos apuramos, deberíamos centrarla en el Puerto de la Cruz, donde incluso se ha institucionalizado una ‘Ruta de los chorros enramados’, para dar a conocer todos aquellos caños de agua pública que los habitantes adornan cada año, a finales de junio, con elaborados ornamentos realizados a base de frutas, flores y verduras.
La costumbre es comprensible si uno hace memoria y recuerda que hablamos de unas Islas Canarias donde el agua potable no era, hasta hace mucho, tan fluida como cualquiera desearía. Un elemento difícil de conseguir y vital para el desarrollo humano y de la comunidad, que se vio reforzado gracias a la presencia de los caños y chorros de agua, como llaman a las fuentes públicas, donde al final podían abastecerse no solo los habitantes de la isla, además podían beber animales y rebaños.
Ahora aún se mantienen en funcionamiento muchos de aquellos chorros de agua, tan apreciados por los habitantes del Puerto de la Cruz. No es para menos y para expresar su agradecimiento a este mobiliario urbano tan funcional y práctico de toda la vida, ellos celebran, por los alrededores de la fiesta de San Juan, las jornadas de los chorros enramados.
Vistosos, llenos de color y aroma a frutas exóticas, alegran cada punto de agua pública, cada fuente que lo es o lo fue en su momento y alegran la vista con ese estilo que solo los canarios saben conseguir.