El flamenco, esa forma tan especial de vivir y expresar el sentimiento a través del arte, la música, la guitarra, la voz y el baile… por fin ha conseguido elrespaldo de la Unesco y ha recibido un reconocimiento más burocrático que de otro tipo, ya que esta manifestación artística tan española ya contaba con la admiración y el respeto de millones de personas en todo el mundo.
Consolidado y valorado, hunde su raíces en el más puro quejío de un pueblo nómada y libre que contagió su pasión a todo un país. Los gitanos y España se fundieron, con Andalucíacomo madre paridora de un arte universal.
Poetas como Federico García Lorca o Rafael Alberti; maestros de la música, como Falla o Albéniz; cantaores desde La Niña de los Peines a José Mercé; bailaores desde Vicente Escudero hasta Sara Baras; y al toque, desde Paco de Lucía a Raimundo Amador… todos al unísono han bordado a lo largo de los tiempos una partitura colorista y heterogénea que ha servido para identificar el duende de la tierra misma.
Ahora, con el nuevo milenio, el flamenco rompe barreras y derriba muros para extender sus ramas de brazos hermosos de gitana al alba y llegar con la punta de sus dedos hasta los confines de un mundo rendido a sus pies de arte.
Quejíos y fiesta, dolor y sentimiento, embrujo y romance, arte e historia pasan por la Unesco y entran en la lista del Patrimonio Intangible de la Humanidad, para hechizar el alma de las mentes más sensibles.
Olé por España y por todos los flamencos y flamencas del mundo; que vuestro arte continúe su camino de embajador de paz.