Un viaje por el norte de la Península Ibérica, en especial por los pueblos de Galicia y Asturias, nos devolverán miles de estampas típicas en las que un edificio aéreo, soportado sobre pilares, se recorta sobre el verde eterno del bellísimo paisaje de la zona. Son los hórreos, construcciones que han llegado a nuestros días y que pierden su origen más allá de cuando podemos recordar.

Porque el hórreo no es más que un granero, destinado a preservar los cereales y alimentos lejos de la lluvia, la humedad, los animales… Eso hizo que el hombre ya sedentario y recolector, ideara un sistema que preservara su sustento durante todo el año. La raíz del nombre llega del latín y antes de la palabra griega empleada para designar al granero. Así que el destino del hórreo queda bien claro.

Sin embargo y aunque su proliferación es mucho mayor por los campos gallegos y asturianos, debido principalmente a las condiciones climáticas, con inviernos tempranos y muy húmedos, que obligaban a recoger las cosechas mucho antes que en otras localizaciones, la verdad es que estas edificaciones típicas se encuentran en otros lugares de Portugal, el País Vasco, León, Navarra…

Pero más allá de la Península Ibérica, se documentan construcciones con idéntico fin en otros lugares: Alemania, Suiza, Países Escandinavos, el norte de África, Sudamérica y hasta en Japón. Al fin y al cabo, algo común a todos los asentamientos humanos fue la necesidad de guardar sus cosechas.

Eso sí un tour fotográfico por el norte de España nos ofrecerá una variada composición temática sobre los hórreos peninsulares.

Fotografías de
xornalcerto
, El Buho nº30, Rozavales, xindilo.
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