Entre la zona del Sahel y la sabana sudanesa, Burkina Faso es uno de los países más pobres del mundo, ubicado en ese continente negro africano, tan hermoso y a la vez tan duro para sus habitantes. Como casi toda África, Burkina Faso es cuna del hombre como especie, con asentamientos prehistóricos desde 120.000 años a. de C.

Hoy tiene unos 16 millones de habitantes que básicamente se ganan la vida a través de la agricultura y el pastoreo. El sorgo, el mijo, el maíz y el arroz son las principales fuentes de alimentación para un país que pasa hambre.

Pero no solo la falta de alimento azota a una población cuya esperanza media de vida es de tan solo 49 años. Las duras condiciones de vida hacen muy difícil la supervivencia de los niños y el impacto del sida hace estragos, como en tantos estados africanos.

Independizada del colonialismo francés, Burkina Faso ha sido una zona sometida a una situación política y social convulsa e inestable. Diversos golpes de estado han salpicado su historia a lo largo del siglo XX. Ahora, en el nuevo siglo, los burkineses intentan sacar adelante su democracia multiparlamentaria, dentro de una república semipresidencialista, que no puede quedarse al margen de los conflictos con países cercanos como Mali.

A pesar de las dificultades, los rostros de Burkina Faso, como suele ocurrir con todas esas caras que pueblan África, hablan con los ojos, con esas miradas cautivadoras que traspasan los retratos.

Fotografías de cordelia_persen.
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