¿Quién puede permanecer impasible ante cualquier aspecto que nos muestre Australia? El efecto se multiplica por mil en Kangaroo Island, la tercera isla más grande después de Tasmania y Melville Island. Este espacio natural, de una riqueza apabullante, ofrece cientos de instantáneas a través de sus comidas, rutas, animales, deportes, faros, bahías… Es uno de los lugares más apetecibles de la salvaje Australia.
Hace 11.000 años que los aborígenes habitaron estas tierras que ahora se ofrecen al turismo ecológico y deportivo. No es un lugar que pueda visitarse de una sentada y aún dedicando muchos días, al final nos vendremos con la sensación de que queda mucho por ver. Así es en un paraíso para los curiosos.
Por ello resulta básico programar bien la visita a la isla australiana y hacernos con una colección de imperdibles que, bajo ningún concepto estaremos dispuestos a dejar de visitar. Por ejemplo las famosas Remarkable Rocks, unas moles graníticas que parecen auténticas esculturas al aire libre y que están ahí gracias a la acción del mar y los vientos durante miles y miles de años.
Por supuesto hemos de darnos una vuelta en coche y hacer alguna de esas rutas que proponen visitas a algunos de los faros más antiguos de Kangaroo Island, esos que vemos en tantas películas y de los que nos traeremos más de una fotografía.
Los leones marinos de la Bahía de Seal nos estarán esperando, divertidos y despreocupados, sabiendo que la playa es suya y que ahí son las auténticas estrellas. De todos modos tenemos mar suficiente para disfrutar del surf, el snorkel o el buceo.
Y no podremos dejar atrás la oportunidad de contemplar a tres auténticos australianos de pro: el kanguro, el koala y el pelícano. Eso sí, antes de finalizar reservad un poco de tiempo para saciar el apetito con una deliciosa gastronomía y probad los vinos australianos, son buenísimos.