Los paisajes desérticos con sus dunas y sus arenas de color amarillo profundo, son posiblemente algunos de los que más llaman la atención de los turistas en algún punto de sus vidas, y en el continente europeo hay unos encantadores que es posible visitar. Algunos de estos paisajes se pueden encontrar en el llamado Istmo de Curlandia, que es el que separa al mar Báltico del lago de Curlandia, en el suroccidente de Lituania.
Este istmo que está en este país de Europa Oriental es compartido con el óblast de Kaliningrado, en el occidente de Rusia, y tiene unos 98 kilómetros de extensión, con una forma larga y delgada. La delgada línea tiene entre cuatrocientos metros de ancho en su punto más angosto hasta cuatro kilómetros, y es un Patrimonio de la Humanidad declarado por la Unesco que se comparte entre los dos países.
El Istmo de Curlandia estuvo bajo dominio alemán desde el siglo decimotercero hasta el final de la primera Guerra Mundial y allí se pueden ver las dunas a la deriva más grandes de todo el continente. La más alta de estas dunas tiene unos sesenta metros de altitud, y además de la arena y la parte desértica, en un recorrido por allí también se pueden ver algunos bosques, de árboles de colores vedes intensos.
Aunque hasta allí es posible llegar en autobús desde el centro de la ciudad de Kaliningrado, la mejor forma de llegar hasta este lugar es en automóvil o en motocicleta de alquiler. Para los amantes de las actividades al aire libre, se les recomienda hacer un recorrido por este sitio en bicicleta, en especial en la parte lituana, porque allí hay senderos exclusivos para ello.
El istmo es uno de los resorts de verano más populares en esta parte de Lituania, ya que se pueden disfrutar playas y actividades al aire libre como navegación y pesca en el lago del mismo nombre. Además en los alrededores hay varias pequeñas villas que son muy pintorescas y en donde hasta se pueden visitar algunos museos.
Fotografías de Petras Gagilas, fintlandia, Kyle Taylor, stephane martin, Borya.