Llega con el fin del monzón, esos juegos de vientos asiáticos tan apasionados, que sirven de título a románticas y lacrimógenas películas indias. Es el Teej Festival, un momento de ayuno para la mujer que, dependiendo del calendario hindú, debe coincidir con el tercer día del Shukla Paksha del mes Shraavana o Saawan, entre julio y septiembre.

Aunque esta celebración cubre distintos lugares del subcontinente indio, en realidad los lugares más vinculados a la fiesta y donde llega a cobrar dimensiones grandiosas es en Nepal y Jaipur, para conmemorar la alianza conyugal divina entre Parvati y Shiva y el deseo de que todas las parejas obtengan felicidad matrimonial.

No obstante, son las mujeres las que cumplen ese estricto ayuno que debe garantizar el bienestar de su cónyuge y de los hijos. A través del sacrificio femenino, la familia queda limpia en cuerpo y alma.

Flores, joyas, guirnaldas de papel… todo es poco para engalanar a Parvati y, de hecho, en Jaipur se prepara una enorme procesión con la representación de las dos deidades, que recorre las calles durante dos días.

Juntas, las mujeres casadas se visten de colores rojos, ataviadas elegantemente, maquilladas y en grupo; celebran en su intimidad femenina una ceremonia de canciones y bailes que garantice próspera y larga vida al marido. Para muchos el Teej Festival encierra un fuerte componente atávico y machista. Para la mayoría de las mujeres que participan en esta celebración, el festival es un fiesta netamente femenina, de las mujeres y para las mujeres.

Fotografías de 加德满都两年, peretzp.
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