Es una tradición ancestral de algunos pueblos oriundos de la isla africana de Madagascar. Miembros de los malgaches llevan practicando esta costumbre desde sus orígenes, perdidos en el tiempo. Con ello reivindican la importancia que los ancestros tienen en su vida cotidiana y a ellos dedican el Famadihana o ‘movimiento de los huesos’.
Por lo general, la celebración de esta tradición de carácter festivo y con un profundo sentido espiritual, se lleva a cabo en la intimidad de los pueblos. Sus participantes llevan a cabo el Famadihana como una actividad grupal, donde el pueblo, las familias, salen a la calle entre junio y octubre, para exhumar los restos funerarios de sus familiares muertos y se les cambian las mortajas por ropajes limpios.
Es una día de fiesta en el que la familia ‘convive’ con sus muertos, que participan en el convite, al que llevan toda clase de viandas y platillos. La música también forma parte del ritual del ‘movimiento de los huesos’ y mientras tocan unos tocan sus instrumentos y cantan tonadas populares, otros sostienen en alto a los difuntos para bailar juntos antes de que vuelvan a la sepultura.
Es un rito que cuesta mucho dinero, pero las familias hacen el esfuerzo de contratar músicos y bandas, montar el banquete y comprar telas de valor para envolver a sus difuntos. Es la forma de ayudar al espíritu a pasar al otro lado, en una especie de comunión entre la vida y la muerte, en el que los vivos no son más que un puente para que el ánima pueda trascender.