Bajo el sol de la Toscana, graicas a los rayos dorados de un clima mediterráneo que ha mimado las uvas durante siglos, se consigue uno de los mejores vinos del mundo. Brindar con una copa de chianti es brindar por la Toscana.
Campos y campos de viñedos que se extienden por kilómetros y kilómetros de campos. Es la región comprendida entre Florencia y Siena la que vela por uno de los caldos más renombrados de Italia. Un vino capaz de acompañar cualquier plato de la gastronomía italiana, según la madurez que posea.
De joven, cuando es más vivo y atrevido, el chianti resulta ideal para disfrutar de ese antipasto charcutero que tan bien se elabora elabora en Italia. Es el momento, además, de matizar con chianti las suaves carnes blancas o, cómo no, un delicioso plato de pasta con setas y champiñones, tal y como es costumbre en la región. Cuando el vino pasa a crianza, llega la hora de servir un vaso de chianti y disfrutar con serenidad de una ternera de Valdechiana, por supuesto a la ‘fiorentina’.
Radda, Greve, Castellina… un tránsito entre paisajes de olivares y viñedos, donde se abren las bodegas en las que el viajero puede adquirir vino y aceite.