Podían haber elegido cualquier lugar de Irlanda, aquí no faltan acantilados por ninguna parte. Además también podrían haber sido diseñados por ordenador y podrían haber tenido la fantástica forma que hubiesen elegido, pero… Harry Potter fue conducido por el mismísimo Dumbledore ante los acantilados de Clare, concretamente Moher.
Con un vistazo a cualquier fotografía cualquiera podría deducir por qué, aunque si en algún momento has estado sobre el filo de estos imponentes titanes de piedra… ya no te cabe la menor duda de por qué se eligió esta localización para una escena épica de una de las sagas más espectaculares de los últimos tiempos.
La razón es simple, aunque en Irlanda no faltan acantilados, los de Clare poseen una altura y una verticalidad que los convierte en escenarios únicos, como si estuvieran diseñados por la naturaleza exclusivamente para producir asombro.
Al fondo un mar bravío y unas olas combativas, que avisan para no ser traidoras que mejor no te acerques tanto al borde de esa maravilla natural.
Clare tiene muchos, muchísimos encantos típicamente irlandeses: cementerios con ese toque tan céltico, preciosas casitas típicas, dólmenes y espacios druídicos, una belleza natural pasmosa, playas impresionantes, castillos gloriosos... Pero Harry Potter nunca olvidará aquellos acantilados.