Buena parte de Europa se contagia, durante estas fechas, de una tradición difundida por alemanes y austriacos: Convertir en enormes mercados las plazas de los pueblos y ciudades, con el fin de establecer un punto de encuentro para artesanos y ciudadanos y vender así la mercancía propia de esta época del año.
Francia, Suiza, Bélgica, España, Estonia, Dinamarca… la lista de países europeos es larga, contagiados por esa fiebre de regalos y alimentos que se extiende con las fiestas navideñas.
Sin embargo, el origen de estos mercados fue bien distinto. Nacieron con la finalidad de que sirvieran de lugar calentito para dar cobijo a los habitantes de la zona. Eran montados con el inicio del invierno y casi todos cerraban con el día de Navidad. Con la Reforma protestante los mercados pasaron a llamarse Weihnachtsmarkt.
Chocolates, juguetes de madera, castañas asadas, vino caliente, artesanía, cervezas de Navidad, golosinas, salchichas, adornos para el abeto, figuritas para el belén, nueces, algodón de azúcar… incluso ostras y vino blanco, puedes degustar en los mercadillos franceses.
Praga, Viena, Tallin, Valls, Madrid, Berlín, Dinamarca, Estrasburgo, Munich… la lista es extensa, aunque sólo unos pocos poseen fama mundial. Sin duda esta semana se presenta una buena ocasión para que hagamos un pequeño recorrido por algunos de estos mercadillos de Nöel.