En el archipiélago de las Visayas, allá por las Filipinas, nos encontramos con un curioso paisaje geológico que hace millones de años fueron lecho marino. Hace bastante menos tiempo, a un turista norteamericano le dio por bautizarlo con un nombre peculiar: “Chocolate Hills”.
Eran más de 1200 formaciones cónicas de rocas esquistosas, colocadas casi como por encanto en una pequeña población denominada Isla de Bohol. El millar de “montañitas” suelen ser de un verde frondoso, pero el estadounidense anteriormente mencionado viajó en época seca y el manto vegetal que cubre los montículos había tomado una apariencia marronácea que al bueno del señor le recordó al chocolate.
Sea cual sea su nombre, lo cierto es que “Las Colinas de Chocolate” es para muchos una de las maravillas del mundo natural y los boholanos se sienten tan orgullosos de ellas que incluso la tienen en el escudo de su bandera. De hecho, al margen de las espectaculares playas de la zona, los “bombones” son la máxima atracción turística de Bohol.
No en vano resultan ser el tercer Monumento Geológico Nacional y han sido propuestas para su inclusión en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Las colinas, casi todas de un mismo tamaño entre los 100 y los 500 metros sobre el nivel del mar, se dispersan a lo largo de casi 50 kilómetros cuadrados y en dos de ellas se han abierto resorts turísticos con alojamiento, piscina y restaurante, además de un fantástico mirador desde el que tomar fotografías mágicas.
La única formación encontrada de características similares, se encuentra en la isla de Java. No obstante en el archipiélago indonesio las colinas encontradas no presentan el grado de similitud en tamaño y forma que las que podemos observar en Filipinas.