Si por algo se caracteriza Filipinas es por disponer de islas y más islas, más de 7000 en realidad, que proporcionan una geografía muy peculiar a este país insular. Hoy vamos a dedicar nuestra atención a una de entra esa miríadas de islas e islotes, un lugar tan peculiar que merece la pena que nos desplacemos para tomar algunas fotos: Bohol.
Estamos en pleno archipiélago de las Bisayas y nos desplazamos a unos 700 kilómetros al norte de Manila, la capital de la república. Nada más llegar a Bohol nos harán visitar las Chocolate Hills (Colinas de Chocolate), una especie de bombonera gigante al aire libre, formada por cientos de conos rocosos, encargados de configurar un panorama extrañísimo y muy bonito.
Las colinas se llaman así porque cuando se seca la vegetación que las cubre, se tornan de un color similar al del cacao, formando los ‘bombones de Bohol‘. Fotos, fotos y más fotos, merece la pena.
Más tarde tendremos la oportunidad de encararnos con uno de los habitantes más divertidos de la isla, el entrañable tarsero, un miniprimate que, como los lémures, nos sorprende con su inocente y grandísima mirada.
Una vez que hayamos dado ese paseo por la isla de Bohol, lo mejor es rendirse a la rotundidad de su costa, a ese litoral impresionante de playas paradisíacas y espectaculares palmerales. El paraíso para los amantes de los deportes náuticos y los incondicionales del relax.
