Está claro que ni siquiera Sacramento, su capital, ha podido sobrevivir a la imagen de Los Ángeles como postal norteamericanísima de California. El magnetismo de Hollywood y el starlight de las celebrities ha propiciado que todo un estado se asocie con la imagen más frívola y recauchutada de las clínicas de estética, los tatoos y la vigorexia.
Sin embargo, California es el estado del eterno contraste. Con ciudades tan interesantes como San Francisco y su magnífico Golden Gate, la fantástica diversidad cultural de Oakland o los pintorescos barrios de San Diego; California es también la tierra de los Parques Nacionales, con la belleza agresiva de Yosemite o el Lago Tahoe; el lugar en el que encontramos el punto más alto de EE.UU., ubicado en el Monte Whitney, y también el más bajo en el poderoso Valle de la Muerte.
Sierra Nevada, el Desierto de Mojave, el Desierto de Colorado o los bosques de secuoyas gigantes rivalizan en turistas con las atracciones de Disneyland, los Estudios Universal y la meca del cine.
Pero también hablamos de la sede de Silicon Valley, el centro operativo de la industria tecnológica mundial; o de las farmacéuticas de Monterrey.
Por supuesto no podemos dejar atrás ese plantel de bahías, que convierten a California en una de los destinos dorados de miles de surferos que buscan cabalgar la ola en esas hermosas playas de cine.