Llega la semana del Burning Man Festival a Black Rock City, una ciudad que sólo existe durante siete días al año y que se renueva con cada edición de este evento del desierto de Black Rock en Nevada, pues cada año los participantes son los encargados de ‘edificarla’ y habitarla durante esa semana de comunidad, que este año finaliza el próximo 1 de septiembre.
Poco falta para que el Festival del ‘Hombre Quemado’, en español, cumpla su treinta aniversario. Fue en 1986 cuando arrancó el primer Burning Man de la historia, con unos principios y unas propuestas muy interesantes, entre los que destacaban el amor al arte y el arte per se, la vivencia en comunidad con reminiscencias hippies, la sostenibilidad, la ecología y el rechazo a los fines lucrativos.
El nombre viene dado de uno de los rituales más significativos del festival, la construcción de un gran hombre de madera, que es quemado en medio de fuegos artificiales y que implica la regeneración del lado más humanista en medio de un mundo avaro y lleno de guerras. La fundación Burning Man también beca, cada año, a cientos de artistas para que puedan elaborar sus obras y mostrarlas a los asistentes, que este año superarán los 70.000.
Una vez que acaba la semana de convivencia del Burning Man Festival, los habitantes de Black Rock City recogen todo cuanto han instalado y dejan el desierto exactamente igual que lo encontraron, sin rastro aparente de su paso por allí. Lástima que los millonarios de Silicon Valley se hayan apuntado al carro, como afirma The New York Times, donde se ha escrito un artículo en el que se pone en evidencia a estos personajes, que corrompen el espíritu del Burning Man Festival, estableciendo lujosos campamentos y compitiendo por ver quién gasta más dinero en agasajar a sus invitados.