Lejos de las plumas, el calor, la samba o los tanguillos, el disfraz irónico, el dios momo y la mascarada veneciana… está La Vijanera, uno de los carnavales más originales del mundo, absolutamente distinto al concepto carnavalesco que tenemos en la actualidad cuando asistimos a eventos del tipo brasileño, gaditano, veneciano…
La Vijanera posee muchas peculiaridades, entre ellas la de ser el primer carnaval del año en Europa, puesto que no se celebra ahora, sino en el primer domingo del año, en la localidad cántabra de Silió, donde es Fiesta de Interés Turístico Nacional, por las características tan especiales que rodean a toda la celebración y por las que se la pretende presentar para su inscripción en la Lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
Con unos orígenes no muy claros que se pierden en el inicio de los tiempos, La Vijanera se vincula a las veneraciones naturalistas, los ritos celtas y a las ceremonias de los guerreros de las tribus cántabras. Sea como fuere hoy en día son un centenar de vecinos varones quienes dan vida a los personajes de esta mascarada: los trapajones, el oso, el pasiego, la Pepona, los danzarines, el zorrocloco, la bruja, las jilonas…
Sin embargo, los auténticos protagonistas y los más conocidos de la fiesta son los zamarracos. Ataviados con sus pieles de ovejas y sus cucuruchos en la cabeza, se pintan la cara de negro y se cuelgan a las espaldas unas enormes campanos. Su papel es el de espantar los malos espíritus.
Hoy en día La Vijanera intenta recuperar todo el tiempo en que la fiesta se mantuvo prohibida, bajo la tiranía de la dictadura franquista.