En 1881 nacía en Moguer, en la provincia de Huelva, uno de los ilustres premios Nobel de la literatura española. Juan Ramón Jiménez, el maestro de la palabra, veía la luz en una de las poblaciones más vinculadas a la historia colombina y a los viajes que el Almirante Colón hiciera hasta tierras americanas a partir de 1492.
En esta ciudad se realizaron numerosos preparativos y aquí se aportó también una de las carabelas que partirían rumbo a Las Indias, concretamente La Niña, propiedad de los hermanos Niño.
Pero Moguer es también el escenario en el que transcurre la vida del protagonista de la obra más célebre del escritor. ‘Platero y yo’ donde se narra líricamente el transcurrir del burro Platero, ‘pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón…’
En el pueblo onubense, los admiradores de este excepcional escritor, pueden visitar la Casa Natal de Juan Ramón Jiménez y la Fundación Casa Museo Zenobia y Juan Ramón Jiménez, en el número 10 de la calle que lleva el nombre del Nobel onubense y en cuya preparación colaboraron el poeta y su esposa, a finales de la década de los años 50.
La obra de Jiménez es un referente del que se sienten muy orgullosos los andaluces. Yo misma estudié en un colegio malagueño que llevaba y lleva el nombre del simpático protagonista de ‘Platero y yo’ y tuve el honor de estrenar, con mi hermano Juan, el lomito de bronce de la escultura que, en el Parque de Málaga, le dedica el escultor Jaime Pimentel.
Cuenta mi madre, que los obreros aún andaban colocando la estatua de ‘El borriquito Platero’ sobre su pedestal de cemento fresco, cuando nos sentaron al bebé que entonces era mi hermano y a mi, tan pequeña y tierna. Del momento queda una foto memorable en el álbum familiar.