Con tanto frío invernal, fiestas de Navidad, estaciones de esquí, nieve, montañas heladas… uf, qué frío… Vamos a permitirnos una pequeña licencia para darnos un festín más caluroso con el recuerdo de los preciosos campos de girasoles de los páramos de Burgos, en Castilla-León.

La monumental ciudad burgalesa, con la astilla de sus torres de la catedral como vigías, tiene otros estupendos encantos y, entre ellos, destacan los maravillosos campos de girasoles. La estampa absolutamente veraniega es relativamente reciente, gracias a la decisión de los agricultores de la zona de alternar otros cultivos, generalmente de cereales, con el de estas maravillosas flores, cuyas pipas alcanzan un buen valor en el mercado.

Desde luego las fotografías que nos brindan las distintas etapas del cultivo del girasol resultan de una belleza espectacular, o tal vez tanta emoción sea porque particularmente me embelesa contemplar hectáreas y hectáreas de campos llenos de un color exultante, alegre y caliente.

Cruzar los campos del verano español de Burgos, bajo un sol de justicia nos permite disfrutar de una combinación de colores realmente espectacular, con todas las tonalidades de las oleaginosas en constante contraste con el azul profundamente limpio del cielo de España. Un espectáculo irrepetible que fascinaría al mismísimo Van Gohg.

Fotografías de El coleccionista de instantes.
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