Sin dudarlo la describiría como una ciudad completa y autónoma. Es la Plaza Mayor de Madrid y en sí misma lleva la esencia de cientos de “españas” y es que ha visto mucho cada fachada que conforma el cuadrilátero más famoso de la capital española.
Punto de encuentro para quienes llegan, quienes se van y quienes permanecen; la obra de artistas, arquitectos y mecenasimpregna cada rincón de esta bella estampa cuyos orígenes se pierden en la centuria del siglo XV, cuando los comerciantes de la época realizaban sus transacciones en el “Mercado del Arrabal”.
La Casa de la Panadería, el Arco de Cuchilleros, el Blasón de Carlos II, la estatua ecuestre de Felipe III, los Autos de Fe, las corridas de toro… de todo han visto sus ojos y los de quienes habitaban las mil vidas de un Madrid de nadie y de todos.
Ahora seguimos yendo, dando vueltas por sus soportales, entre bocatas de calamaresy cañitas de cerveza, y volvemos a encontrarnos todos ahí, como siempre: los artistas y sus caricaturas; los comerciantes y sus puestos de Navidad; las fiestasentre chulapos de la Villa y japoneses con sus compactas; los pequeños turistas y los hijos de la Cibeles…
¡Qué bueno es regresar a esta plaza, en la que todos tenemos un pasado y por la que todos pasaremos en un futuro! Y de camino, una camitana hasta la Puerta del Sol, kilómetro cero de las carreteras de España y banda sonora para las uvas de fin de año… está a un paso.
Fotografías de Zrsch3, DonPaolo, Martius y Michael Gwyther-Jones .
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