Aún recuerdo mi primer gran viaje. Como había deseado desde niña, fue al Nilo. Quería conocer el secreto de las pirámides, mirar a los ojos a la Gran Esfinge, perderme por los templos, cuyos trazados de planta me sabía de memoria, de tanto estudiarlos y mirarlos y, como no podía ser menos, enfrentarme al agradecimiento de Ramsés II, salvado de las aguas de la presa, gracias a la cooperación internacional.

Aún recuerdo también aquel viaje, a través del desierto, en una avioneta cuatrimotor, cuyos impulsores echaban humo por todos lados, donde experimenté las peores turbulencias de mi vida, con la banda sonora de una jovencita -no más que yo- histérica y asustada, a la que solo le faltó gritar entre mocos: ¡Vamos a morir, vamos a morir! Razón no le faltaba

Me abstraje como pude de aquella visión, contemplando por la ventanilla el relieve del desierto. El traslado hasta Abu Simbel se hacía a una altura relativamente baja, que permitía observar, casi detenidamente, la orografía del terreno. Allí abajo, pensé, permanece escondido mucho más de lo que hemos sacado a la luz y sólo es necesario contemplar desde arriba, realizar una prospección desde las alturas para adivinar túmulos que no son naturales.

Mi juventud y mi inexperiencia simplificaron, tal vez en exceso, los métodos para sacar a flote toda la historia al completo del Antiguo Egipto. Hoy todo eso ha venido a mi mente en un segundo, al leer la noticia de que gracias Google Earth se han podido localizar lo que en principio parecen dos nuevas pirámides, situadas en la ribera del Nilo, en el Alto Egipto.

Quienes han podido observar las imágenes, aventuran que, por lo menos una de ellas, es más grande que la Gran Pirámide, concretamente tres veces mayor que la última morada de Keops.

Fotografías de Mrs Logic, Ndcam, ThemadLOLscientist, denn,

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