Horizonte de Bagan

La historia del patrimonio cultural de Bagan quizá sea de las más injustas que conozco. Tras varios intentos infructuosos de la UNESCO, por declararla Patrimonio Cultural de la Humanidad, la Junta Militar que dirige los designios de Myanmar es la que se está encargando de la explotación de su importantísimo legado y, como parte de su conservación, se dedican a restaurar monumentos al azar y sin respetar materiales ni estilos arquitectónicos.

Ese es el destino de “Pagan”, la antigua capital de varios reinos birmanos. Conocida como Bagan, la ciudad de las 2.000 pagodas, la urbe llegó a tener más de 13.ooo templos, producto de los delirios de grandeza de sus reyes que se enfrascaron en una descabellada competición para conseguir erigir el templo más alto y dorado.

Esto ocurría entre los siglos XI y XIII y en aquellos hermosos parajes cubiertos de polvo y palmeras se fue cincelando un nuevo perfil, casi mágico y un poco surrealista, pero cargado de una belleza innegable.

El tesoro de los reyes

En la actualidad la suerte del reinado de las Pagodas resulta de lo más incierta, al sufrir una total despreocupación por parte de las autoridades birmanas. Eso sí, los militares han visto necesario la construcción de un inmenso campo de golf, una autopista y una torre de más de 60 metros de altos en la que se ubica un lujoso hotel y que, curiosamente, es propiedad del yerno del Jefe de la Junta Militar.

El impacto visual resulta desastroso, en un horizonte onírico y cubierto de pagodas, templos y estupas. Los turistas que se acercan aún pueden disfrutar de espectaculares puestas de sol en unos recintos que parecen levantarse exclusivamente para ellos, ya que el turismo en masa aún no ha llegado hasta esta zona situada a unos 150 kilómetros de Mandalay.

Fotografías de Jungle_Boy, Stefan Munder, SOL-druidabruxux.
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