Vapuleado hasta el paroxismo por los desastres de la guerra,  Afganistán es mucho más que noticias sobre terroristas y militares salvadores de la patria. Es cierto que nos encontramos frente a uno de los pueblos más guerreros de la historia, no en vano así han podido hacer frente a tantas y tantas invasiones a las que han sido sometidos a lo largo de los tiempos.

Pero la cultura y el arte y la historia también tienen un importante hueco en la trascendencia afgana de los pastun y de un Imperio Persa anterior a los Sasánida y de una casta de hombres y mujeres acostumbrados al trabajo duro y a los sacrificios y también a que su tierra y sus recursos fuesen ambicionados por otros.

De las manos de los antiguos afganos surgieron minaretes como el de Jam; o la Mezquita Azul de Mazār-e Šarīf; o el Valle de los Budas de Bamiyan, destruidos por las mentes más obtusas, tan obtusas como la de quienes han bombardeado un país durante años, arrasando población y otros monumentos.

Sin embargo, los trotamundos confiamos en que, de alguna manera, Afganistán no pierda su identidad y también se decida a dar un paso para restaurar su importancia en el mundo y permitir que quienes amamos la historia podamos pasear y admirar lo que legaron a la humanidad tantas generaciones de afganos.

Fotografías de Carl Montgomery, james_gordon_losangeles, UNESCO F. Riviere, Afganistan Matters, Steve Evans de Bangalore, India.
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