Viajar es placentero, divertido, cansado y para quienes lo hacen por trabajo… hasta interesante.
Sin embargo más allá de las fotografías, los bellos paisajes, los parques naturales, existe un aspecto que no es posible replicar con nuestros siempre disconformes megapixeles: esto es la historia que está detrás de cada objeto capturado.

El que ve la foto, solo puede imaginarse el entorno, el que acompañó la travesía recuerda la fresca brisa de una tarde en el centro de Honduras, pero solo el que lo palpó, le buscó ángulo, y tuvo la satisfacción de charlar con el anciano, propietario de esta lancha legendaria puede sentir el sabor de la distancia, la nostalgia de las tierras tropicales que nos vieron nacer y la obsesiva pasión por regresar allí de nuevo; sea por trabajo o por placer.

Don Ignacio, en su juventud fabricó con sus propias manos esta lancha; me contó en quince minutos muchas historias que le sucedieron en sus faenas pescando en el lago de yojoa.

– “…el lago llegaba hasta aquí, antes que se lo fuera comiendo la maleza, bien me acuerdo de esa noche oscura cuando me salió la jimia, era una serpiente del grosor de ese tronco que ve allí… “

Eso no se puede contar en la corta paciencia del lector de este blog, solamente se puede escribir el olor pero para probarlo realmente tendrás que ir hasta ese lugar.

Es terrible decirlo, pero este es mi primer post, bienvenidos a este blog, espero que tengamos una experiencia placentera, y que las historias detrás de esos viajes inolvidables se revivan con la misma sensación del pescado frito.