Apreciado por su valor, tanto histórico como arquitectónico y artístico, el Monasterio de Horezu es una de las visitas más destacadas de Rumania. Mandado a construir en 1690 por el príncipe de Valaquia, Constantin Brânvoveanu, está rodeado de una espléndida muralla fortificada. Nombrado Patrimonio Universal de la Humanidad en 1993 por la Unesco, este monasterio está considerado como la obra maestra del estilo Brancovan.
El monasterio de Horezu está inspirado en el arte de Europa oriental y occidental, combinado con el arte popular ortodoxo. Una de las razones por las que resulta tan magnífico es el equilibrio y pureza de su arquitectura, sin desmerecer la decoración escultórica y las pinturas religiosas, que son un verdadero tesoro del arte sacro bizantino realizado por artistas griegos y valacos.
Dispone de un gran patio interior, en cuyo centro se eleva la iglesia, flanqueado en tres de sus lados por verandas, escalinatas, galerías y dobles soportales, todos ellos decorados con motivos de flores, hojas y frutas tallados en la piedra. Cabe destacar, también, el atrio de entrada con sus 12 columnas de piedra tallada.
Durante el siglo XVIII el monasterio albergó una escuela de pintura de frescos e iconos que se ganó merecida fama en toda la región de los Balcanes.
El escenario natural que acoge este monasterio es el valle de Olt, con las montañas más altas del país rodeando la región, se encargan de realzar la belleza de Horezu. Restaurado entre los siglos XVIII y XIX, el monasterio de Horezu es el destino ideal para una jornada de contemplación arquitectónica y artística.